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A nueve días de mi "avatar", con unas ansias "in crescendo" (sólo ansias, los nervios no han aflorado todavía) y con unas ganas terribles de que acabe de pasar el tiempo que resta para que "me toque", a veces te pones a meditar, en mi caso repleto a tope de optimismo, y te preguntas si serás tan afortunado como la mayoría de los cristianos que han pasado por esto, y podrás disfrutar, en adelante, de una vida mejor y más a gusto como ellos.

Ya a estas alturas del "proceso" has oteado por todos los rincones para leer y escuchar todo lo concerniente a la operación, y más aun, todo lo relacionado con el post-operatorio y el como les ha ido a los demás. Es reconfortante conocer y compartir las opiniones y los comentarios de gente que se ha operado, siempre favorables, da igual la técnica empleada, by-pass o tubo gástrico...

Ya a estas alturas del "proceso" has encontrado gente con experiencia, y hasta sin quererlo, cuando vas comentando tus intenciones de operarte, tus amigos te cuentan de lo sucedido a sus amigos que se han operado, y te confirman la misma idea: ese día... el día de la operación, siempre, en todos los casos, marca un momento de inflexión en sus vidas, que no puede definirse más exacto y más claro: "un cambio hacia una vida mejor".

Me da mucha gracia la reacción de la amiga de una amiga, con varios meses de operada y varias decenas de kilos perdidos, a la preguna: ¿ y puedes comer de todo como una persona normal?... Nooo, que va... responde... no puedo comer de todo... no puedo comer los filetitos a la plancha, ni la patatita asada, ni la coliflor "hervida", ni la ensaladita de lechuga casi sin aceite que estuve comiendo durante media vida para intentar bajar de peso... ¡el resto de las cosas si las puedo comer!

Pero yendo a lo mio... parece que la Srta. Zanahoria se ha llenado de orgullo en la recta final y hoy nos regala un 98,9... ¡¡¡0,5 kiletes menos de diferencia con respecto al peso de ayer!!!... así van quedando las cosas... de momento: