Un cambio de actitud hacia la comida y el aprendizaje de nuevas costumbres alimentarias determinan el éxito de la operación
Autor: Por Elena Piñeiro
Fecha de publicación: 4 de marzo de 2008
Aprender a comer de nuevo
De los 400.000 españoles que padecen obesidad mórbida en nuestro país, aproximadamente 4.000 son intervenidos quirúrgicamente cada año, con el objetivo de perder peso corporal y no volver a recuperarlo. El cambio de actitud hacia la comida y aprender unas nuevas costumbres alimentarias determinarán el éxito de la operación. La cirugía bariátrica (del griego 'baros', presión o peso) reduce la capacidad gástrica (del estómago) o hace que los alimentos ingeridos no sean bien aprovechados y que las grasas no se absorban en el intestino.
La reducción de la capacidad gástrica deja reducido el estómago al tamaño de un huevo con apenas capacidad para digerir los alimentos, que deben caer hacia el intestino más por gravedad que por los impulsos de la pared del estómago. El nuevo panorama fisiológico demanda una trasformación muy profunda en las costumbres alimentarias y en el estilo de vida, ya que es probable que la persona no vuelva a comer «como antes» nunca más, o por lo menos en mucho tiempo. El concepto de las comidas como un hecho agradable que disfrutar y compartir puede tardar años en restablecerse, ya que la dieta tras la intervención resulta un duro e inevitable entrenamiento hacia una alimentación distinta.
El nuevo estómago, mucho más pequeño e intolerante a una gran variedad de alimentos y platos, determina que las comidas sean sencillas y de muy poco volumen, hipocalóricas y con limitaciones importantes en el consumo de vitaminas y minerales. La idea de comerse una manzana a mordiscos como tentempié, las uvas en Navidad, las ensaladas veraniegas o un bocadillo de pan recién horneado, se ha de relegar a un futuro. Depende de un importante cambio en el concepto de alimentarse y en definitiva un cambio en el estilo de vida.
Un viaje a través de las texturas
La dieta post-cirugía bariátrica es complicada porque la persona tiene que recibir los requerimientos mínimos de nutrientes en un volumen de comida muy escaso (50 ml-100 ml) y dentro de una concepción de una dieta de entre 800 a 1.200 kilocalorías como máximo. Miguel Ángel Rubio, director de la Unidad de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital San Carlos de Madrid y sus colaboradores, trabajan sobre este tema y han descrito las etapas en las que se desarrolla este tipo de dieta.
La primera fase consiste en la administración de líquidos claros (caldos desgrasados, zumos diluidos, agua de arroz e infusiones) durante dos o tres días. Se continúa durante unas seis semanas con una dieta líquida completa, baja en grasa y con alto contenido en proteínas, necesarias para el restablecimiento del organismo después de haber pasado por el quirófano. Algunas de las alternativas dietéticas para esta fase pueden incluir dietas basadas en yogur líquido o bien utilizar productos comerciales de nutrición entera para las personas que no toleran bien los alimentos. Se trata de preparados comerciales que se disuelven en agua y que aportan aproximadamente 800 kilocalorías, unos 70 gramos de proteínas y todas las vitaminas y minerales necesarios. Se suelen pautar unos cuatro sobres al día, uno por cada comida.
Aproximadamente dos meses después de la operación (algunos pacientes deben esperar más tiempo), se puede comenzar con una dieta triturada. También se deben ir incluyendo alimentos de consistencia muy blanda y con alto contenido proteico como el huevo, quesos bajos en grasas, pollo o pescado blanco. La dificultad se encuentra en que con frecuencia aparecen intolerancias alimentarias. Las carnes, los pescados y los huevos, tan importantes como fuente proteica para que no se pierda masa muscular después de la cirugía, no suelen ser bien tolerados. Algunas verduras, legumbres y los cereales integrales por su alto contenido en fibra tienen especial dificultad para atravesar el estómago hacia el intestino. Incluso la fibra de algunos alimentos, al no ser digerida, puede atascar la salida del estómago. Un puré de lentejas o una papilla de cereales suelen provocar una intensa y desagradable sensación de saciedad y pesadez. En cambio el consumo de fibra soluble más abundante en las frutas, suele ser mejor tolerada por su escasa flatulencia. Además, este nutriente es muy interesante por su actividad prebiótica en el colon, que ayuda al buen funcionamiento de la flora bacteriana.
Los embutidos, los quesos grasos, los frutos secos, los patés y en definitiva todo alimento con alta proporción de grasas, suelen causar fuertes dolores abdominales, flatulencia y esteatorrea (grasa en heces). Deben evitarse además porque pueden frenar la curva de pérdida de peso y facilitar la recuperación del mismo. Merece especial atención el alcohol: Aporta calorías vacías y evita la oxidación de las grasas, disminuyendo la eficacia de la pérdida de peso. Las personas gastrectomizadas o cuyo estómago ha sufrido un cortocircuito o bypass, pueden sufrir más fácilmente una intoxicación aguda tras la ingestión de cualquier bebida alcohólica.
La nueva alimentación
Después de meses de alimentos triturados, la tolerancia a la dieta normal es muy individual. Se debe aprender a seleccionar y preparar los alimentos. La meta es conseguir una dieta variada, baja en grasas, y azúcares, y rica en proteínas, frutas y verduras. Una comida tradicional de primero y segundo plato seguido del postre es inconcebible después de este tipo de intervenciones quirúrgicas. El estómago no puede admitir mucho más de 150-200 ml de capacidad después de unos meses tras la operación, lo que equivale al contenido de un vaso de agua. Se recomienda comer unas tres o como máximo cuatro veces al día para no sobrecargar la función digestiva.
Los alimentos
Legumbres, pastas y cereales se pueden tomar una vez a la semana, alternando estos alimentos, y en forma de guarnición, sopas o purés. En cuanto a las verduras, a medida que pasan los meses muchas personas aceptan las ensaladas, pero aún así la masticación ha de ser extremadamente cuidadosa. Se recomienda tomar más verduras suaves tipo zanahoria, calabacín, calabaza o puerros acompañados de patata. La piel blanca y la circundante de los gajos de las mandarinas, naranjas y pomelos, los hollejos de las uvas, las pepitas, semillas o huesos tienen que ser retirados previamente, ya que al ser pura fibra pueden dar lugar a una oclusión intestinal y producir vómitos.
Las carnes blancas son menos grasas y fibrosas que las rojas pero aún así cuesta mucho ingerirlas. La carne de conejo, aunque sea blanca es muy fibrosa, por lo que no conviene consumirla en los primeros meses. Se recomienda partir la carne en trozos muy pequeños y masticar mucho y despacio. También se puede recurrir a las hamburguesas, albóndigas o rellenos de croquetas, canelones, etc., que resultan más fáciles de masticar.
La preferencia por alimentos y platos sencillos, pocas grasas y dulces, el control de los aceites para cocinar y aliñar y la correcta hidratación diaria entre otras cosas, forman parte de un nuevo modelo de cuidado de la salud y en definitiva del cuidado de uno mismo. El no seguir unas pautas alimentarias ordenadas y sanas puede hacer fracasar por completo el objetivo de adelgazar y mejorar con ello, no solo la calidad sino también la esperanza de vida.
Complicaciones comunes
Como consecuencia de la cirugía bariátrica algunas personas desarrollan síntomas de inadaptación a las nuevas pautas alimentarias y requieren cierta observación y cuidados concretos por parte de los profesionales que les atienden. Algunos ejemplos son:
Náuseas y vómitos: son muy frecuentes y suelen suceder por comer demasiado rápido, mezclar líquidos con sólidos o ingerir una cantidad superior a la que admite el reservorio gástrico.
Estreñimiento: se produce por la baja ingestión de fibra y grasa. Los expertos recomiendan asegurar una adecuada hidratación y utilizar laxantes suaves pautados por el facultativo, si fuera necesario.
Síndrome de dumping: se suele producir en las semanas posteriores a la intervención quirúrgica y se caracteriza por molestias abdominales generadas por un rápido vaciamiento gástrico. La ingestión de alimentos o bebidas ricos en azúcares puede dar lugar a sudoración, sensación de hambre, malestar general y náuseas y/o vómitos.
Dolor abdominal: puede tener varios orígenes pero se deben descartar los relacionados con la ingestión de alimentos como haber comido demasiada cantidad o excesivamente rápido, alimentos flatulentos o bebidas con gas, etc.
Deshidratación: puede estar provocada por vómitos, diarreas y/o la escasez de ingestión de líquidos. Para evitarla es necesario beber agua, bebidas isotónicas o limonada alcalina, aunque no se tenga la sensación de sed. Siempre en pequeños sorbos pero de manera constante hasta llegar a los 1.500 ml diarios aconsejados.
De los 400.000 españoles que padecen obesidad mórbida en nuestro país, aproximadamente 4.000 son intervenidos quirúrgicamente cada año, con el objetivo de perder peso corporal y no volver a recuperarlo. El cambio de actitud hacia la comida y aprender unas nuevas costumbres alimentarias determinarán el éxito de la operación. La cirugía bariátrica (del griego 'baros', presión o peso) reduce la capacidad gástrica (del estómago) o hace que los alimentos ingeridos no sean bien aprovechados y que las grasas no se absorban en el intestino.
La reducción de la capacidad gástrica deja reducido el estómago al tamaño de un huevo con apenas capacidad para digerir los alimentos, que deben caer hacia el intestino más por gravedad que por los impulsos de la pared del estómago. El nuevo panorama fisiológico demanda una trasformación muy profunda en las costumbres alimentarias y en el estilo de vida, ya que es probable que la persona no vuelva a comer «como antes» nunca más, o por lo menos en mucho tiempo. El concepto de las comidas como un hecho agradable que disfrutar y compartir puede tardar años en restablecerse, ya que la dieta tras la intervención resulta un duro e inevitable entrenamiento hacia una alimentación distinta.
El nuevo estómago, mucho más pequeño e intolerante a una gran variedad de alimentos y platos, determina que las comidas sean sencillas y de muy poco volumen, hipocalóricas y con limitaciones importantes en el consumo de vitaminas y minerales. La idea de comerse una manzana a mordiscos como tentempié, las uvas en Navidad, las ensaladas veraniegas o un bocadillo de pan recién horneado, se ha de relegar a un futuro. Depende de un importante cambio en el concepto de alimentarse y en definitiva un cambio en el estilo de vida.
Un viaje a través de las texturas
La dieta post-cirugía bariátrica es complicada porque la persona tiene que recibir los requerimientos mínimos de nutrientes en un volumen de comida muy escaso (50 ml-100 ml) y dentro de una concepción de una dieta de entre 800 a 1.200 kilocalorías como máximo. Miguel Ángel Rubio, director de la Unidad de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital San Carlos de Madrid y sus colaboradores, trabajan sobre este tema y han descrito las etapas en las que se desarrolla este tipo de dieta.
La primera fase consiste en la administración de líquidos claros (caldos desgrasados, zumos diluidos, agua de arroz e infusiones) durante dos o tres días. Se continúa durante unas seis semanas con una dieta líquida completa, baja en grasa y con alto contenido en proteínas, necesarias para el restablecimiento del organismo después de haber pasado por el quirófano. Algunas de las alternativas dietéticas para esta fase pueden incluir dietas basadas en yogur líquido o bien utilizar productos comerciales de nutrición entera para las personas que no toleran bien los alimentos. Se trata de preparados comerciales que se disuelven en agua y que aportan aproximadamente 800 kilocalorías, unos 70 gramos de proteínas y todas las vitaminas y minerales necesarios. Se suelen pautar unos cuatro sobres al día, uno por cada comida.
Aproximadamente dos meses después de la operación (algunos pacientes deben esperar más tiempo), se puede comenzar con una dieta triturada. También se deben ir incluyendo alimentos de consistencia muy blanda y con alto contenido proteico como el huevo, quesos bajos en grasas, pollo o pescado blanco. La dificultad se encuentra en que con frecuencia aparecen intolerancias alimentarias. Las carnes, los pescados y los huevos, tan importantes como fuente proteica para que no se pierda masa muscular después de la cirugía, no suelen ser bien tolerados. Algunas verduras, legumbres y los cereales integrales por su alto contenido en fibra tienen especial dificultad para atravesar el estómago hacia el intestino. Incluso la fibra de algunos alimentos, al no ser digerida, puede atascar la salida del estómago. Un puré de lentejas o una papilla de cereales suelen provocar una intensa y desagradable sensación de saciedad y pesadez. En cambio el consumo de fibra soluble más abundante en las frutas, suele ser mejor tolerada por su escasa flatulencia. Además, este nutriente es muy interesante por su actividad prebiótica en el colon, que ayuda al buen funcionamiento de la flora bacteriana.
Los embutidos, los quesos grasos, los frutos secos, los patés y en definitiva todo alimento con alta proporción de grasas, suelen causar fuertes dolores abdominales, flatulencia y esteatorrea (grasa en heces). Deben evitarse además porque pueden frenar la curva de pérdida de peso y facilitar la recuperación del mismo. Merece especial atención el alcohol: Aporta calorías vacías y evita la oxidación de las grasas, disminuyendo la eficacia de la pérdida de peso. Las personas gastrectomizadas o cuyo estómago ha sufrido un cortocircuito o bypass, pueden sufrir más fácilmente una intoxicación aguda tras la ingestión de cualquier bebida alcohólica.
La nueva alimentación
Después de meses de alimentos triturados, la tolerancia a la dieta normal es muy individual. Se debe aprender a seleccionar y preparar los alimentos. La meta es conseguir una dieta variada, baja en grasas, y azúcares, y rica en proteínas, frutas y verduras. Una comida tradicional de primero y segundo plato seguido del postre es inconcebible después de este tipo de intervenciones quirúrgicas. El estómago no puede admitir mucho más de 150-200 ml de capacidad después de unos meses tras la operación, lo que equivale al contenido de un vaso de agua. Se recomienda comer unas tres o como máximo cuatro veces al día para no sobrecargar la función digestiva.
Los alimentos
Legumbres, pastas y cereales se pueden tomar una vez a la semana, alternando estos alimentos, y en forma de guarnición, sopas o purés. En cuanto a las verduras, a medida que pasan los meses muchas personas aceptan las ensaladas, pero aún así la masticación ha de ser extremadamente cuidadosa. Se recomienda tomar más verduras suaves tipo zanahoria, calabacín, calabaza o puerros acompañados de patata. La piel blanca y la circundante de los gajos de las mandarinas, naranjas y pomelos, los hollejos de las uvas, las pepitas, semillas o huesos tienen que ser retirados previamente, ya que al ser pura fibra pueden dar lugar a una oclusión intestinal y producir vómitos.
Las carnes blancas son menos grasas y fibrosas que las rojas pero aún así cuesta mucho ingerirlas. La carne de conejo, aunque sea blanca es muy fibrosa, por lo que no conviene consumirla en los primeros meses. Se recomienda partir la carne en trozos muy pequeños y masticar mucho y despacio. También se puede recurrir a las hamburguesas, albóndigas o rellenos de croquetas, canelones, etc., que resultan más fáciles de masticar.
La preferencia por alimentos y platos sencillos, pocas grasas y dulces, el control de los aceites para cocinar y aliñar y la correcta hidratación diaria entre otras cosas, forman parte de un nuevo modelo de cuidado de la salud y en definitiva del cuidado de uno mismo. El no seguir unas pautas alimentarias ordenadas y sanas puede hacer fracasar por completo el objetivo de adelgazar y mejorar con ello, no solo la calidad sino también la esperanza de vida.
Complicaciones comunes
Como consecuencia de la cirugía bariátrica algunas personas desarrollan síntomas de inadaptación a las nuevas pautas alimentarias y requieren cierta observación y cuidados concretos por parte de los profesionales que les atienden. Algunos ejemplos son:
Náuseas y vómitos: son muy frecuentes y suelen suceder por comer demasiado rápido, mezclar líquidos con sólidos o ingerir una cantidad superior a la que admite el reservorio gástrico.
Estreñimiento: se produce por la baja ingestión de fibra y grasa. Los expertos recomiendan asegurar una adecuada hidratación y utilizar laxantes suaves pautados por el facultativo, si fuera necesario.
Síndrome de dumping: se suele producir en las semanas posteriores a la intervención quirúrgica y se caracteriza por molestias abdominales generadas por un rápido vaciamiento gástrico. La ingestión de alimentos o bebidas ricos en azúcares puede dar lugar a sudoración, sensación de hambre, malestar general y náuseas y/o vómitos.
Dolor abdominal: puede tener varios orígenes pero se deben descartar los relacionados con la ingestión de alimentos como haber comido demasiada cantidad o excesivamente rápido, alimentos flatulentos o bebidas con gas, etc.
Deshidratación: puede estar provocada por vómitos, diarreas y/o la escasez de ingestión de líquidos. Para evitarla es necesario beber agua, bebidas isotónicas o limonada alcalina, aunque no se tenga la sensación de sed. Siempre en pequeños sorbos pero de manera constante hasta llegar a los 1.500 ml diarios aconsejados.
Interesante artículo, razón por la que lo comparto con todos vosotros, pues aunque en mi caso particular (cada cual es un "mundo" ya lo sabemos) los tiempos señalados por la autora resultaron más cortos en cuanto a la incorporación de nuevos tipos de alimentos, y en cuanto a pasar de dieta líquida a blanda y a normal, en general me parece una magnífica referencia para todo aquel que ande un poco perdido o ansioso de saber que hacer con "las cosas del comer" en el "mundillo post-operatorio"...
Yo sigo manteniendo mi peso estable una semanita más.
El pasado lunes estuve con mi Cirujano y en general todo va bien, de acuerdo con lo previsto... bueno, él un poco sorprendido porque en mi caso los resultados han sido más propios del Bypass que de la Gastrectomía Tubular en Manga... pero en este sentido, "a nadie le amarga un dulce"... ¿no crees?
Seguiremos informando...